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El ISO: ¿qué es y cómo funciona?

Conoce los orígenes de la Sensibilidad ISO, cómo funciona, cuáles son sus características y porqué debes aprender a manejarlo.

La sensibilidad ISO es uno de los controles manuales de la exposición que utilizamos para exponer correctamente nuestra fotografías. Pese a que hoy en día lo utilizamos cada vez menos, el concepto es una herencia de la fotografía análoga. Saber cómo manejarlo correctamente te puede ayudar a tomar increíbles fotografías.

En este artículo te explicamos qué es la sensibilidad ISO y los aspectos que debes tener en cuenta a la hora de usarlo.

Orígenes del ISO

En la fotografía análoga las películas fotográficas están formadas por haluros de plata, estos son millones de cristales transparentes sensibles a la luz agrupados entre si. El tamaño de estos cristales es lo que marca la sensibilidad de la película y el grano que se aprecia al obtener las copias reveladas. Los haluros de plata equivaldrían, a grosso modo, a los píxeles del sensor de nuestra cámara digital. 

Por lo tanto, en el mercado se ofrecían películas fotográficas con diferentes niveles de sensibilidad a la luz, con el propósito de capturar imágenes que se adaptaran a diferentes situaciones lumínicas. Esto generó la necesidad de crear una escala de sensibilidad a la luz, con el fin de informar al consumidor el tipo de película que estaba adquiriendo. 

El problema de estas películas era que todas las fotografías salían con la misma sensibilidad, ya que no había la opción de cambiarla. Con la llegada de la fotografía digital se generó la posibilidad de variar la sensibilidad de la luz en cada una de las tomas sin necesidad de cambiar la película. Por lo cual, se decidió mantener el concepto de sensibilidad ISO, aunque los fundamentos entre la una y la otra sean algo diferentes.   

¿Qué es?

El nombre de ISO responde a las siglas de “International Organization for Standardization” u organización internacional de estandarización. 

La sensibilidad ISO marca la cantidad de luz que necesita nuestra cámara para hacer una fotografía. Lo que hace es amplificar digitalmente la señal, haciéndonos ganar más luz, pero a costa de perder calidad en la imagen. Dicha sensibilidad es inversamente proporcional a la cantidad de luz presente: cuanta “más luz” haya en el ambiente o escena, menor sensibilidad ISO que podrás utilizar y viceversa. 

En otras palabras:

A valores bajos de sensibilidad ISO (ISO 100 o 200), el sensor es menos sensible a la luz, haciendo que su capacidad de captar luz sea más pequeña. 

A valores altos de sensibilidad ISO (ISO 1600 o 3200), el sensor es más sensible a la luz, haciendo que su capacidad de captar luz sea más alta.

¿Cómo funciona?

El ISO funciona gracias al sensor de la cámara, el cual está encargado de transformar la luz que le llega en una fotografía. Al recibir luz, cada celda la transforma en corriente eléctrica y luego de ser procesada por el microprocesador (el cerebro de tu cámara) se genera un archivo digital, “la foto”, que es almacenada en la tarjeta de memoria.

La sensibilidad de cada una de estas celdas es fija y se corresponde con el valor ISO más bajo que el sensor y procesador de tu cámara sean capaces de procesar. Cuando aumentas la “sensibilidad,” lo que verdaderamente estás haciendo es amplificar la corriente eléctrica o “señal” que las celdas emiten.

Al aumentar o amplificar la sensibilidad ISO de tú cámara, permitirás una mayor cantidad de luz, haciendo que tus imágenes queden más claras. La consecuencia de este aumento, como dijimos anteriormente, es que perderás calidad en la imagen al generar ruido en ella.

Sensibilidad ISO y el ruido

Como estábamos explicando anteriormente, al incrementar el ISO para ganar más luz, vamos a generar ruido en nuestras fotografías. El ruido digital son esos puntitos que aparecen en algunas fotografías, sobre todo en las partes más oscuras. Cuanto más aumentes la sensibilidad ISOmás definición, rango dinámico y contraste irás perdiendo y habrá más posibilidades de que aparezca ruido.

Es importante recordar que cada cámara hace una gestión del ruido diferente, por lo es importante que pruebes y descubras el límite de la tuya. Además de ello, el ruido puede presentarse en tus fotografías de varias formas, tamaños y cantidades dependiendo de cuáles fueran las causas del origen. En algunos casos puede resultar imperceptible, mientras que en otros casos puede ser muy evidente, arruinando la calidad de tus tomas.

Hay tres situaciones que hacen que el ruidose presente en tus fotografías:

Amplificación de la señal: este tipo de ruido es generado al amplificar la señal de las celdas encargadas de transformar la luz en señales eléctricas. Este ruido es denominado eléctrico o electrónico.

La temperatura: la temperatura del sensor también puede genera ruido en tus fotografías si realizas largas exposiciones, disparas en ráfaga o sí te encuentras en ambientes con altas temperaturas. Esto sucede porque el sensor se va recalentando ya sea por el uso o por el ambiente en el que te encuentras, haciendo que se genere el conocido “ruido térmico”. 

La post-producción: cuando una fotografía ha sido subexpuesta e intentas “aclararla” en tu computador, generarás ruido. Esto sucede porque el computador no podrá recuperar los datos que tu cámara no ha sido capaz de capturar por lo que “inventará” información donde no la hay. Por este motivo, es muy importante que expongas correctamente tus fotografías desde el principio.

El ruido no siempre es malo

En algunos casos es ruido puede funcionar bien en tú fotografía. Muchos fotógrafos optan por agregar ruido digitalmente a sus imágenes con el fin de darle un acabado vintage a las mismas. En la fotografía a blanco y negroel ruido puede ser un gran aliado para agregarle textura a la imagen. 

Recomendaciones finales

Mantén el ISO lo más bajo posible: “lo más bajo posible” no significa mantenerlo siempre en su valor mínimo, sino ajustarlo al límite de lo que las condiciones de iluminación de la escena te permitan. Primero intenta compensar la falta de luz disminuyendo el tiempo de exposición o bien abriendo el diafragma. Pero claro, siempre dependiendo de qué es lo que desees lograr y trasmitir con tus fotografías.

A falta de luz, añádela: si no puedes compensar la exposición mediante la tiempo de exposicióno por medio de la apertura del diafragma, puedes intentar añadir mayores fuentes de luz para mejorar la iluminación. 

Evita el calor: así como la temperatura del sensor añade ruido en tus fotografías, si le das un respiro entre toma y toma o bien, no realizas exposiciones demasiado prolongadas, no solo podrás mantener al margen (o al mínimo) esta fuente de ruido sino que además aumentaras la vida útil de tu equipo.

No utilices el AUTO ISO: si bien casi todas las cámaras permiten configurar la opción de selección de ISO automático, no te recomiendo que lo utilices por dos motivos: el primero, porque tu cámara nunca tomará mejores decisiones que tú a la hora de elegir la mejor configuración posible. Segundo, porque las cámaras están configuradas para medir la luz como si todo en la escena fuera gris neutro (un promedio de tonos claros y oscuros) por lo que al medir la sensibilidad a utilizar, también lo hará en promedio y en la mayoría de los casos termina por desperdiciar mucho potencial de tu sensor para capturar todos los tonos que es capaz, tanto oscuros como claros.

Exponer correctamente: la clave de toda fotografía, además de su concepto y mensaje, es su correcta exposición. Para hacerlo correctamente es importante que comprendas muy bien el triangulo de exposición, ya que éste te permitirá exponer correctamente tus fotografías y ahorrarte muchos dolores de cabeza.